El caso es que Lamine Yamal marca otro gol y el muchacho, tumbado en el sofá, suelta un turbio exabrupto con esa voz torcida que se le ha puesto, moromierda, vuélvete a la patera, algo por el estilo.
haciendo gala de un hembrismo sobreactuado con una actitud de menosprecio al hombre por el hecho de serlo y más cercano a la misandria (odio a los hombres) que al feminismo bien entendido.